lunes, 11 de noviembre de 2019

La serie de tu vida

Es temprano, de noche aún, suena la alarma del móvil, la cama está aun tibia y con olor a ti, hay una humedad con tu aroma. Hace frío, pero debo levantarme para enterarme que no queda gas y que debo calentar el agua en un hervidor. Aún no me cortan ni el agua ni la luz (consumo electrico). Mientras me echo shampoo en el pelo busco en el móvil el último capítulo .

Extraño esas noches caminando casi al borde del zanjón, escuchando el concierto de los grillos, a los gallos despertando al mismo sol, a las aves conversando entre trinos. Al silencio de la noche, sólo interrumpido por la marcha de los gatos entre los techos. Suena el celular que avisa que se le agotó la batería y yo aún bañándome. Si hay algo que me pone mal es que se me descargue el celular cuando debo viajar. Intenté buscar algún otro aparato para escuchar música, o la radio, pero todos tienen pilas, algunos ni prenden. Me tuve que hacer la idea de viajar todo el camino en metro sin escuchar música. Olvidaba que sólo lo ocupo para llegar a Baquedano, a veces lo tomo cuando esta eso de las rutas expreso, así que al llegar al trabajo busco el cargador y espero, con una paciencia religiosa, que cargue. Mientras trabajo, monitoreo las entradas del edificio por la cámara, viendo pasar y salir gente a toda hora, dando avisos, hablando por radio, esperando a que prenda. Entraron niños de un colegio, en un día de paseo escolar, me entró la nostalgia cuando sólo soñaba que aparatos me mostraran imágenes fuera de la realidad, como verdaderas ventanas a otros mundos. Ahora pareciera que ellos nos imaginan, enchufados a nosotros, como si fueramos cargadores eléctricos. Suelta una luz cuando termina de cargarse, lo prendo y olvido todo lo que estoy haciendo, aunque esta igual de aburrido que siempre, actualizando los timelines a cada rato, como si fuera el pulgar que toca la pantalla el dedo que mueve al mundo como los globos terráqueos.
Las series, a pesar de tener una historia poco convencional, a menudo toca la realidad como la membrana del agua que se mueve cuando se toca con un dedo, la desdobla y tal como una nueva pintura la recrea en una segunda realidad, más comoda. Pensando en eso, decidí emprender un nuevo proyecto: voy a escribir el guión de una serie. Para eso, renuncié a mi trabajo, vendí todos mis aparatos electrónicos, y empecé a pegar en las paradas de las micros todas las cosas que aprendía en el día, me era difícil escapar del control de las patrullas, pero el riesgo que tomo para que leas esto lo vale todo. Ya deje de quejarme y estoy haciendo todo lo que te prometí hacer todas esas noches, cuando terminábamos de ver nuestras series, y conversábamos de por que seguía trabajando todo el día, y seguía adorando todas esas pantallas negras como un amuleto maldito. Quiero que sepas que no revelaré tu nombre nunca, por que sabes quien soy y que hice con mi vida, ahora soy muy feliz por que ya no me prohibo nada, sólo en las noches no puedo dormir por estar prófugo por todos lados.
Temo el día de ser atrapado, de perder esta libertad que siempre me prive sin razón, y de que, aunque sea un tiempo que esté en el calabozo, no poder hacer lo único que me hace olvidar este terrible pesar: Que te extraño.

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