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lunes, 11 de noviembre de 2019
Los peces abisales.
1.
Desde niño he tenido una inconveniencia con la vida. No se si decir la vida humana o la vida pero estoy incómodo, y hasta ahora, harto. He tenido pensamientos tendiendo al suicidio, no por que este sufriendo, no por que no tenga solución, sólo quisiera conocer a la muerte, que tiene que ofrecer, por que hace que las personas se impacientes por el día que lleguen, acaso
Las pesadillas son terribles. Las tengo desde mi más tierna infancia, cuando apenas recordaba lo que soñaba, y no me dejaba dormir. Si hay algo que temo en las pesadillas es que nunca puedo ver, soy un prisionero de mis sueños, no se me permite verlos pero si experimentar todo lo demas. Sueño con estar enrollado o maniatado de todo el cuerpo y no tener la voluntad de moverme a mi entero gusto. Pienso que deben ser traumas ocurridos antes de nacer, tener tantas ganas de salir por un institinto propio de sentirse vivo. Pero apenas pude entender lo que significaba vivir, el dolor de cada trozo del cuerpo cuando no se es satisfecho completamente, la pena de soportar infortunios que no son solicitados, toda esa carga que se lleva a cuestas como la más miserable de las bestias que se rompen el lomo tan solo por comer pasto seco, insípido. Que bueno puede traer este mundo si la mayor felicidad no es nada más que la insignificante anulación del suplicio personal por fracción de tiempo, como una tétrica fórmula matemática.
No recuerdo haber tenido un recuerdo grato o simpático de mi niñez, todo el tiempo que estaba en la casa eran gritos, desorden, y secretos. Mis padres todo el tiempo que no estaban haciendo las tareas hogareñas se las pasaban encerrados, juntos, a veces cuando uno solo estaba sin hacer nada se encerraba en la pieza aledaña a su dormitorio por horas, recuerdo de verlos entrar y hasta que yo me iba a acostar aún seguían encerrados, como escondiéndose de algún mal que los perseguía... eso atrajo mi curiosidad... trataba de escuchar lo que hablaban cuando iba a mi pieza, pero ellos, pendientes de mi y de cualquier sospecha, guardaban un silencio sepultural, como si acabara de terminar un funeral. Si alguna vez estuve solo en casa intenté abrir y espiar, pero se me hizo imposible por el tremendo resguardo que le daban mis padres a esa habitación, pues me era fácil entrar en cualquier habitación de la casa cuando había algún descuido de parte de ellos, pero esa pieza, estaba siempre cuidadosamente cerrada, con otro tipo de chapa, que no estaba en ninguna otra puerta de la casa, sólo en ella. Ni hablar de preguntar por la pieza, pues empezaba un griterío insoportable de cualquiera de mis padres, amenazas de golpes, y órdenes precisas y prepotentes de nunca intentar abrir la puerta o sólo espiar de reojo, y de nunca, por mi vida, hablarles a otros de una "pieza" , "...en la casa hay un baño, tu pieza, y la de nosotros, nada más", como un cuento viejo era repetido al final del escandaloso sermón. No tuve mayor necesidad cuando niño, había un gran televisor en el living, por doquier habían libros y cuadernos y lápices desparramados por toda la casa, convenientemente para mi. Cuando me aburría, jugaba con los cubiertos de la mesa y toda la loza de la cocina, improvisando sesiones de percusión muy infantiles. Todo lo que estaba al alcance de mis manitos me ayudaban a pasar el tiempo en que estaba en la casa desde que volvía del colegio hasta que llegaba papá cansado del trabajo. Pienso que no eran malas personas, mi madre, intentando llegar antes de mi para tener listo almuerzo, y mi padre trabajando en un terminal pesquero moviendo containers de un lado para otro. Si no los estaba molestando con lo de "la pieza" o con las típicas inquietudes y travesuras de mi edad, estaban tranquilos, preocupados de todo, pero con una falta de cariño notable. Nunca había un beso de despedida antes de ir a trabajar, o un saludo caluroso al llegar a casa, ni hablar de algún consentimiento de vez en cuando. Creo que eso fue lo que arruinó mi infancia.
2.
El episodio que marcó mi vida, muy joven, una mañana que debía haber ido al colegio, desperté con gritos de mis padres. Estaban alojados dentro de la 'pieza', arrojándose cosas y hablándose muy fuerte. No recuerdo que hayan peleado antes, si bien no eramos felices, nunca hubo un trato así de violento, ni gritoneos ni nada, sabía que algo había en esa pieza que los alteraba, no tenía sentido, según mi muy joven mente, tanta irritación al querer entrar en una pieza de la casa, como todas las demás. Me extraño, si, que empezaron a proferir palabras inentendibles, como si hablaran en otro idioma, muy fuerte, y en espacios de tiempo coordinados, eso me asustó mucho más que el hecho de que peleasen. Lo fatal vino pronto, pues raudamente mi madre salió ¡con una daga! mi vida se contrajo con un dolor en mi corazón viendo tamaña escena de espanto. Recuerdo que el arma tenía la forma de un rayo y la empuñaba como si estuviera rezándole, tenía las pupilas dilatadas cuando me vió, presa del pánico, soltó un grito que hizo que, seguramente, mi padre soltara unos libros, pues se escuchó ese ruido, más que pronto el fue a mi encuentro al escucharme gritar, puedo recordar cual fue mi terrible miedo pues grité tan fuerte que terminé afónico, víctima de las atrocidades que veía. El me tomó en brazos, me dejo en mi cama y cerró la puerta, así como echas un perro afuera cuando ladra mucho. Siguieron ellos con sus cosas, gritando fuertemente, se escuchaba que movían muchos libros y cosas metálicas, dagas, quizás, armas blancas seguramente. De repente, si fuera menor todo lo que había pasado, empezó a enfriarse la pieza, pensé todo el día que estuve encerrado que, quizás, era plan de ellos esto que estaba pasando, la verdad es que no sé como pude conciliar el sueño, tal vez por el cansancio de mi voz, por llorar tanto, o por que simplemente no aguantaba tanto frío.
3.
Esa noche llovió mucho, no recordaba otra ocasión que lloviese tan fuerte, desperté muy avanzada la noche, estaba muy oscuro, hacía mucho frío, cuando empezó un ruido demoledor, no daba crédito a lo que escuchaba, hasta que llego eso. Resulta que, muy cerca de nosotros, pasa un canal, y debido a las altas lluvias, se rebalsó y empezó a inundar las casas aledañas. Nosotros sólo escuchamos cuando una gran masa de barro y agua abrió las puertas de la casa e inundo todo. Intentaron abrir la puerta pero tanto barro impidió poder entrar. De fuera me gritaban que saliera por la ventana, de la cual se veía un gran desparramo de agua por las calles; yo, descalzo, muerto de frío, y sin entender desde ayer lo que pasaba, tomé valor para salir, hasta que sentí que en un momento, mis padres escaparon de lo que venía a ser un avalancha. Salí casi empujado por el barro hacia afuera, donde me recogieron ellos, asustadísimos de lo que estaba pasando. Trataron de sacar lo que pudieron de la casa para abrigarme, recuerdo que me colocaron como una frasada o algo así de color escarlata, para confrontar lo poco que quedaba de lluvia. El caos era total, la gente en los techos, o derrotada en las calles, algunas casi desnudas, resignadas al terrible poder de la naturaleza. MI madre me cubría con todo su cariño, mientras esperábamos a ver que podíamos recuperar. Mi padre sólo traía ropa y un bolso, imagino que guardaba cosas de valor como dinero en el. Luego empezó a traer ropajes en los que venían envueltas cosas. La mujer los vio y empezó una pelea entre ellos. Se decían "¡Por que sacaste eso! ¡Es la causa de nuestro sufrimiento, de todo esto! ¡Ve y arrójalos al fuego, al menos sácalo de mi vista y aléjalo del niño!", a lo que respondió "¡Nunca! Si no sabemos que provocó esto, sin los hechizos de estos libros no lo podremos enfrentar si empeora" Mi madre se alejó de mi lado y lo empezó a golpear y a quitarle las cosas que tenía, entre lo que cayó habían cuchillas, amuletos y baratijas de metal, las cuales me causaron que irracionalmente saliera corriendo de ahí.
4.
Corrí como si estuviera en el fin del mundo, corrí mucho tiempo y muy fuerte, hasta que me caí y me pegué muy fuerte, por lo que tuve que parar un buen rato, mi respiración estaba muy agitada, mis pies estaban tullidos de tanto correr y mis manos estaban heridas al detener con ellas la caída. Estuve mucho tiempo tratando de mantener la calma, casi olvido por que salí corriendo, cuando a lo lejos, los vi, estaban buscándome como locos, yo estaba al medio de una calle, pues por la tempestad no había autos o nada cerca, antes que me divisaran decidí esconderme en alguna casa abandonada convenientemente, pero sabía que, si avanzaban hacía acá, sería lo primero en donde se pondrían a buscar. En algún momento aceleraron el paso y estaban a una calle de distancia, yo no atiné a otra cosa más que esconderme en un pozo de agua cercano, y, tontamente, sumergirme y aguantar la respiración como si fuese experto en eso. Estaba entumido de frío, casi nada convencido de lo que estaba haciendo, el agua me tocaba hasta las rodillas, de pronto desesperadamente al pisar me hundí tan rápido que estuve suspendido en el agua mirando los rayos del sol muy a lo lejos. Lo que ocurrió en ese momento no puedo explicarlo, no lo entiendo de ninguna forma, y me costaría creer que fue parte de un mal sueño o experiencia onírica, pues escapa de la realidad de mi imaginación. Lo que veía como la luz traspasando el agua no eran los rayos solares, sino una especie de carnada luminosa que colgaba de un apéndice en la frente de ¡un pez! un pez muy grande, con dientes que salían de su mandíbula, ojos con pupilas muy dilatadas, y terroríficamente espantoso, algo que jamás había visto ni en mis pesadillas ni en libros de biología, o de literatura fantástica. Simplemente no daba crédito a tamañas imágenes. Estuve un tiempo menor a un minuto, pero prometo que vi lo más oscuro de la fauna que se esconde en el mundo acuático. Habían una especie de ciempiés que avanzaba generando pequeñas vibraciones que destellaban dentro del agua; un ser transparente parecido a una serpiente marina, la cual sólo se veía su esqueleto interno, su gran cráneo estaba lleno de los más filosos colmillos y cada hueso terminaba en puntas afiladas; habían seres que sólo parecían grandes cabezas rellenas con filas de dientes y cubiertas por espinas muy largas; como vi arañas peludas mimetizadas con el color oscuro de esas aguas, todas estas alimañas de una u otra forma titilaban alguna luz, imagino a través de un sistema bioquímico, me causaba curiosidad que estuvieran estas criaturas tan cerca del borde entre el agua y el aire, pues, puntualmente estos seres sólo existen, a opinión de los expertos en fauna marina, en las fosas marinas y en lugares tan densos que se necesita luz externa, pues ya el sol no llega hasta abajo. En un momento un pensamiento macabro me llenó el cuerpo de un tremendo espanto, pensaba que tal vez me había hundido tanto que había llegado hasta el lecho marino, pero mi idea carece de toda lógica, pues en transportarme hasta el fondo más oscuro me tomaría minutos, y yo estaba en presencia de mucha luz, veía, a través de la luz, donde era arriba o abajo y subí, pensando tontamente que me podían ayudar. Aparecieron unas entidades humanoides, con caras de salamandra y extremidades bizcosas que terminaban en aletas, cubiertas de escamas, como ciudadanos de la hundida Atlántida, se acercaban a mi como si me quisieran atrapar, se me acabo el aire y me atraparon.
Desperté y estaba de nuevo con mis padres.
5.
Tuve pesadillas terribles con todos estos seres del fondo marino, ya las formas eran muy irreales y difíciles de explicar, pues superaban cualquier concepto de forma física que haya yo entendido en mi pequeña mente. Era todo muy turbio, oscuro, húmedo, mi instinto estaba latente a no ser atacado por estos seres marinos feroces, como prehistóricos, tal vez inclusos carentes de vida, sentí que cualquier esperanza o intento de verle el lado positivo a esto era inútil, pues ¿Qué se puede esperar después de ver tales atrocidades, verdaderas máquinas orgánicas sumergidas en lo más secreto del mar, acechando en la oscuridad a algún marino infortunado o una inocente criatura marina que perdió el rumbo. La muerte misma estaba en sus fauces, en su hedor de repugnancia. A momentos creí ver a estos seres que llamo atlantes, nadando lejos del radio donde están las criaturas de este infierno inundado, se miran cuidadosamente, a ver quien da la primera estocada, pues estos atlantes poseen armas blancas como lanzas y puñales con inscripciones de otras épocas, parecían que venían a cazarlos, pero ninguno se atreve a hacer un movimiento brusco. Lentamente despierto, como emergiendo de este océano maldito, y escucho esas voces discutiendo quien tiene la culpa. Eran mis padres, que, en una improvisada casa que había quedado del aluvión, estaban refugiándose y juntando las pocas cosas que recuperaban. No notaron que desperté así que escuche todo lo que hablaron. Todo lo que esperé saber lo escuchaba como una larga historia lineal, cuando termine de escuchar todo entendí por que no querían que lo escuchara. Era tan aterrador, ya no reconocía a mis propios padres. Hablaban de que todos sus esfuerzos de poder mejorar la experiencia de la vida humana habían fracasado, que todo el trabajo de buscar y robar aquellos libros con hechizos y artefactos fue de lo peor, escuchaba acerca de una secta esotérica que, a cambio de unos trabajos, donde tuvieron que espiar e incluso extorsionar a personas conocidas, podían tener acceso a magia arcana, rituales y hechizos propios de esta secta que no buscaba otro fin que "eliminar el germen de la raza humana". Eran verdaderos nazis, hablando de dagas y de hechizos mal practicados, de ofrendas que fueron rechazadas, de manos llenas de sangres de animales y vísceras robadas ilegalmente de morgues.
Estando tan metido en la conversación vi que no hablaban directamente de dagas, sino de "Dagon", lo que supuse en un principio era una daga distinta, como la que antes de arrancar. Como si hubiera una conexión entre nuestros pensamientos, sacaron dagas y amuletos con inscripciones de las armas de aquellos seres antropomorfos que vi en mis pesadillas. No pude soportar el temor de que todo lo que estaba pasando a mi corta edad era por causa del deseo eugenésico de mis padres. Que peor miedo que saber que aquellos que me lo causaban eran los que, por naturaleza, debían protegerme. Este episodio traumático mató totalmente mi infancia y aquella esperanza de crecer, de ver el mundo y poder ser parte de algo en el, pues ¿Quién quiere ser parte de este mundo si existen atrocidades que perturban la existencia misma, que aparecen ante la vista apenas cierras los ojos, impidiendo conciliar el sueño, y en contra de la propia vida?
6.
Dediqué el resto de los años en investigar aquellas formas de mis sueños, pues me acompañaban en terribles pesadillas de forma recurrente. Fueron amigos míos libros de biología, palentología, y demás ramas que estudiaran a los animales marinos. Entre fotos de dinosaurios y seres antiguos, de representaciones mitológicas de pueblos ancestrales, de imágenes sobre el estudio del lecho marino, curiosamente, llegué a un libro que al leerlo, parecía la mayor locura de una mente perturbada. El libro comentaba la creación del canal de agua que pasaba por mi casa, reconocí los nombres de la localidad y de palabras comunes que se hablan por aquí. Mi impresión fue la más grande al entender que antiguamente seres gigantes vivían por este sector del mundo, pues, la historia que narra este extraño texto es que un ser con forma de serpiente marina fue la que surcó el lugar por donde ahora circula el agua donde terminan nuestros desechos. Y no solo eso, sino que el canal de agua es en sí esa serpiente que está en un trance eterno de ir y venir en forma de agua. El libro explica que los animales antiguos, al tener mentes también grandes, y presumiblemente más poderosas, les era fácil aprender y crear hechizos mágicos, con los que se contactaban de forma telepática, comunicándose en muchos planos de existencia, incluyendo el mundo de los sueños. Entender que existieron criaturas de tremendo poder místico me hizo sentir un miedo a mi propia existencia, aún peor, saber que hay razones para creer que ellos nunca se fueron, como una serpiente convertida en una especie de río mágico, y que siempre los puedo ver en mis sueños. No puedo estar tranquilo ni con los ojos cerrados. Ni cuando duermo.
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