Un manuscrito en una botella. ¿Qué significará? ¿Una carta que no quería ser recibida? ¿Algún libro que nunca fue dado a luz? ¿Un grito ahogado? ¿Una botella borracha de poesía?
Esta mente, este mundo, es un océano, rebalsado de tantas mezclas, deja con sed de pureza, de anhelar algo que no sea dual o mixto. Como las preguntas. Alguien (o uno mismo) te pregunta y uno responde... con otra pregunta. Hacemos preguntas para aclarar otras. Desde la lógica más bruta, es absurdo que a una preguta se responda con otra pregunta. Así que, podríamos hacer un mar, un océano con todas esas preguntas y contrapreguntas recursivas.
¿Pero qué habría dentro del manuscrito en la botella? La respuesta, a todas las preguntas filosóficas ancestrales de nuestro instinto inquisitivo. Pero ¿Realmente podríamos responder todo? ¿Cómo caerían tantas respuestas en una botella? Habría, entonces, un océano de botellas con todas las respuestas, moviendose una al lado de otra, sin romperse, guardando los secretos eternos. Y ¿Caerían todos los manuscritos, llenos de sabiduría perenne, en los cofres de vidrio? Estarían las botellas llenas de pergaminos. ¿Y las palabras? ¿Y sus significados? Esos torbellinos de ideas y creencias que arrasan con nuestras impresiones forman un océano repleto de islas con árboles frutales y rodeada de corales.
Todas estas preguntas sin respuesta, amantes solitarios que imaginan noches de amor tierno. Hay tantas botellas que quieren ser abiertas y leidas, todas, en un mar de botellas, de manuscritos, de palabras y pensamientos. Pero el océano es de licor o un buen vino tinto, es del sudor del trabajo incómodo, de la cama humedecida de secreciones, y de la saliva de palabras que aturden un día de sol con muchas nubes.
¿Y sí hay un fin del mundo?¿Y si no lo hay? Para los egipcios, y para muchas civilizaciones, el Sol es un carro que recorre el firmamento durante el día. La noche era su muerte, y bajo eso, el mundo se acababa todos los días. Según uno de los libros de guerra más conocidos de la India, el Bhagavad-gita, "el tiempo lo devora todo" el tiempo no es nada más que lo que hay entre el inicio y el final. A veces y muchas veces esperaba con que acabara el día o se fuese una persona para hacer mi propio mundo. De hecho, hoy 20 de diciembre espero un poco para terminar lo que ahora se lee, como un testamento obligado. Y cada vez me convenzo que no hay un mejor momento que el ahora, aunque haya que esperar el mañana. Por mientras celebramos mentalmente el fin de toda una era, escucho un mantra que viene conmigo desde hace más de 5 años, quizás, como última voluntad.
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