Aquí estoy, tirado por
todas partes.
Mi ropa húmeda, por las lágrimas de mi impotencia. Mis llaves,
que no abren ninguna puerta, ni sirven para nada. Mis lápices y papeles, y mi
silla y mi mesa, tapadas con los sueños que no existen. Los platos y los vasos
sucios, con los restos de mi placer frustado e insatisfecho. La cama, con los
resortes rotos, y los placeres reprimidos. La ropa sucia, encima de todo, ocultándome
de mi mismo. Los libros, muertos. Los cuadernos, incompletos y con hambre de
ser empapados de tinta. Mi reloj, perdido en el tiempo que malgasté. Las cartas
y los dados, escondidos, en mi propio mundo de cajón. Y la ropa limpia,
colgada, esperando a esparcirse por el suelo, mañana.
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