La señora dice:
"que esta hediondo, mi hijito"
estaba jugando en las matas de rudas
quería oler por un segundo su incienso de tierra al viento
sus flores de sonrisa de oro de Sol, el verde de la vida gris
que esta en el vestido de las señoras de acá
todas son rudas
sus palabras son un olor fuerte de amargura
y sus gritos acaban con el mundo que conocieron
aunque sus lágrímas de hojas no se ven
sólo en las matas de las rudas están
en las papas crudas del charquicán
en la parte quemada del queque
y en todo el fuego de la cacerola.
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